Dipinto di Lorenzo Bonechi (Figline Valdarno, 12 aprile 1955 –23 novembre 1994)
Richard Strauss Morgen!, op. 27 no. 4 Arr. Vista Trio Franklyn D’Antonio, violin Andrew Cook, cello Shari Raynor, piano
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Dicembre
Parole germogliate dalle nostre labbra dalla felicità dei nostri volti dalle nostre mani nelle notti d’amore hanno adesso il colore mesto delle foglie autunnali. Sul tronco dell’albero spoglio il tuo nome e il mio incisi con la tenera lama della primavera sono due piccole macchie due cicatrici livide sulla corteccia.
Décembre
Les mots germés de nos lèvres de le bonheur de nos visages de nos mains dans les nuits d’amour ont maintenant la triste couleur de feuilles d’automne. Sur le tronc de l’arbre nu ton nom et le mien gravés de la lame tendre du printemps sont deux petites taches deux cicatrices livides sur l’écorce.
Diciembre
Las palabras brotaron de nuestros labios de la felicidad de nuestros rostros de nuestras manos en las noches de amor ahora tienen el color triste de hojas de otoño. En el tronco del árbol desnudo tu nombre y el mio grabados con la tierna hoja de la primavera son dos pequeños puntos dos cicatrices lívidas en la corteza.
Pablo Neruda – Yovolveré Desde: Las Piedras de Chile Pablo Neruda Editorial: Losada, 1960
Leído por: Luigi Maria Corsanico
Manifiesto, Víctor Jara Duo Mapu
Foto: L.M.Corsanico Valdivia, Chile
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Alguna vez, hombre o mujer, viajero, después, cuando no viva, aquí buscad, buscadme entre piedra y océano, a la luz procelaria * de la espuma. Aquí buscad, buscadme, porque aquí volveré sin decir nada, sin voz, sin boca, puro, aquí volveré a ser el movimiento del agua, de su corazón salvaje, aquí estaré perdido y encontrado: aquí seré tal vez piedra y silencio.
Pablo Neruda – Io tornerò / Yovolveré Da – Desde: Las Piedras de Chile Pablo Neruda Editorial: Losada, 1960 Traduzione di Marcello Comitini
Lettura di, Leído por: Luigi Maria Corsanico
Manifiesto, Víctor Jara Duo Mapu
Foto: L.M.Corsanico Valdivia, Chile
IO TORNERÒ
Uomo o donna, viaggiatori, qualche volta, dopo, quando non sarò, cercate qui, cercatemi tra pietra e oceano, nella luce burrascosa della schiuma. Cercate qui, cercatemi perché qui tornerò senza aver deciso nulla senza voce, senza bocca, puro, qui tornerò ad essere il movimento dell’acqua, del suo cuore indomito, qui rimarrò smarrito e ritrovato: sarò qui forse pietra e silenzio.
YO VOLVERÉ
Alguna vez, hombre o mujer, viajero, después, cuando no viva, aquí buscad, buscadme entre piedra y océano, a la luz procelaria * de la espuma. Aquí buscad, buscadme, porque aquí volveré sin decir nada, sin voz, sin boca, puro, aquí volveré a ser el movimiento del agua, de su corazón salvaje, aquí estaré perdido y encontrado: aquí seré tal vez piedra y silencio.
HAUSER e “I Solisti di Zagreb” – Oblivion di Astor Piazzolla. Trascrizione per cello by Hauser.
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GELOSIA
In me ti cerco in te mi perdo sommerso dalle acque ferme e grigie delle distanze, in estenuanti attese in corridoi infiniti e mille porte che si aprono sul vuoto. In te mi perdo ancora quando la notte porta misteriosa la seta morbida dei tuoi seni alla mia bocca. Nuvola carica di amorevole pioggia il tuo corpo fluttua sul mio corpo. Sospinta dal vento si è fermata su grandi alberi carichi di frutti rossi li rende fertili fa sbocciare i fiori dalle radici del mio amore. Dov’è la nuvola? Quale vento inebriante vuole allontanarti oltre i confini del mio unico cielo? In me ti cerco e ancora in te mi perdo. E questo perdermi mi è amaro come la morte che mi circonda con le sue braccia.
En mi te busco en ti me pierdo hundido en las aguas tranquilas y grises de las lejanías en expectativas agotadoras en pasillos interminables y mil puertas que se abren al vacío. En ti aun me pierdo cuando la noche misteriosa trae la seda suave de tus pechos a mi boca. Nube cargada de lluvia amorosa tu cuerpo flota sobre mi cuerpo. Empujado por el viento se detiene por encima de los grandes árboles llenos de frutos rojos los hace fértiles y hace brotar las flores de las raíces de mi amor. ¿Dónde está la nube? ¿Que viento embriagante quiere llevarte más allá de los confines de mi único cielo ? En mí te busco y aun en ti me pierdo. Y perderme me es amargo como la muerte que me rodea con sus brazos.
PABLO NERUDA CANTO GENERAL IX QUE DESPIERTE EL LEÑADOR
VI Paz para los crepúsculos que vienen
Ediciones Océano, Mexico, 1950
Leído por Luigi Maria Corsanico
Quilapayún Preludio Instrumental El Reencuentro: Cantata Santa María de Iquique
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PAZ para los crepúsculos que vienen, paz para el puente, paz para el vino, paz para las letras que me buscan y que en mi sangre suben enredando el viejo canto con tierra y amores, paz para la ciudad en la mañana cuando despierta el pan, paz para el río Mississippi, río de las raíces: paz para la camisa de mi hermano, paz en el libro como un sello de aire, paz para el gran koljós de Kíev, paz para las cenizas de estos muertos y de estos otros muertos, paz para el hierro negro de Brooklyn, paz para el cartero de casa en casa como el dia, paz para el coreógrafo que grita con un embudo a las enredaderas, paz para mi mano derecha, que sólo quiere escribir Rosario: paz para el boliviano secreto como una piedra de estaño, paz para que tú te cases, paz para todos los aserraderos de Bío Bío, paz para el corazón desgarrado de España guerrillera: paz para el pequeño Museo de Wyoming en donde lo más dulce es una almohada con un corazón bordado, paz para el panadero y sus amores y paz para la harina: paz para todo el trigo que debe nacer, para todo el amor que buscará follaje, paz para todos los que viven: paz para todas las tierras y las aguas.
Yo aquí me despido, vuelvo a mi casa, en mis sueños, vuelvo a la Patagonia en donde el viento golpea los establos y salpica hielo el Océano. Soy nada más que un poeta: os amo a todos, ando errante por el mundo que amo: en mi patria encarcelan mineros y los soldados mandan a los jueces. Pero yo amo hasta las raíces de mi pequeño país frío. Si tuviera que morir mil veces allí quiero morir: si tuviera que nacer mil veces allí quiero nacer, cerca de la araucaria salvaje, del vendaval del viento sur, de las campanas recién compradas. Que nadie piense en mí. Pensemos en toda la tierra, golpeando con amor en la mesa. No quiero que vuelva la sangre a empapar el pan, los frijoles, la música: quiero que venga conmigo el minero, la niña, el abogado, el marinero, el fabricante de muñecas, que entremos al cine y salgamos a beber el vino más rojo.
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar y para que cantes conmigo.
Federico García Lorca Canción otoñal Granada, noviembre de 1918 de “Libro de poemas”, Maroto, Madrid, 1921 Leído por Luigi Maria Corsanico Tiento Antiguo,Joaquin Rodrigo. Guitarra, Phil Tadman
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Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas, pero mi senda se pierde en el alma de la niebla. La luz me troncha las alas y el dolor de mi tristeza va mojando los recuerdos en la fuente de la idea.
Todas las rosas son blancas, tan blancas como mi pena, y no son las rosas blancas, que ha nevado sobre ellas. Antes tuvieron el iris. También sobre el alma nieva. La nieve del alma tiene copos de besos y escenas que se hundieron en la sombra o en la luz del que las piensa.
La nieve cae de las rosas, pero la del alma queda, y la garra de los años hace un sudario con ellas.
¿Se deshelará la nieve cuando la muerte nos lleva? ¿O después habrá otra nieve y otras rosas más perfectas? ¿Será la paz con nosotros como Cristo nos enseña? ¿O nunca será posible la solución del problema?
¿Y si el amor nos engaña? ¿Quién la vida nos alienta si el crepúsculo nos hunde en la verdadera ciencia del Bien que quizá no exista, y del mal que late cerca?
¿Si la esperanza se apaga y la Babel se comienza, qué antorcha iluminará los caminos en la Tierra?
¿Si el azul es un ensueño, qué será de la inocencia? ¿Qué será del corazón si el Amor no tiene flechas?
¿Si la muerte es la muerte, qué será de los poetas y de las cosas dormidas que ya nadie las recuerda? ¡Oh sol de las esperanzas! ¡Agua clara! ¡Luna nueva! ¡Corazones de los niños! ¡Almas rudas de las piedras! Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas y todas las rosas son tan blancas como mi pena.
Federico García Lorca POETA EN NUEVA YORK III. CALLES Y SUEÑOS Ciudad sin sueño (Nocturno del Brooklyn Bridge)
Leído por Luigi Maria Corsanico
Lennie Tristano Requiem (excerpt)
Dibujo y manuscrito original de Federico García Lorca
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No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas. Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Hay un muerto en el cementerio más lejano que se queja tres años porque tiene un paisaje seco en la rodilla; y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.
No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas. Pero no hay olvido, ni sueño: carne viva. Los besos atan las bocas en una maraña de venas recientes y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso y el que teme la muerte la llevará sobre sus hombros. Un día los caballos vivirán en las tabernas y las hormigas furiosas atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.
Otro día veremos la resurrección de las mariposas disecadas y aun andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero, a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato, hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan, donde espera la dentadura del oso, donde espera la mano momificada del niño y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Pero si alguien cierra los ojos, ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo! Haya un panorama de ojos abiertos y amargas llagas encendidas. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho. No duerme nadie. Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, abrid los escotillones para que vea bajo la luna las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
CHARLES BUKOWSKI – NOSOTROS LOS DINOSAURIOS Dinosauria, we – 13 de febrero de 1991 En: Bukowski, Charles: “Poemas de la última noche de la Tierra” (1992). Traducción y prólogo de Eduardo Moga. Visor Libros. Madrid.
The Last Night of the Earth Poems Charles Bukowski 1992 | 1st Edition Black Sparrow Press, Santa Rosa, 1992
Leído por Luigi Maria Corsanico
György Ligeti Kammerkonzert für 13 Instrumentalisten (1969-70) I: Corrente (Fließend) Ensemble intercontemporain Tito Ceccherini, direction
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Nosotros los dinosaurios
nacidos así para esto sonríen las caras dibujadas con tiza se ríe la Sra. Muerte los ascensores se averían los escenarios políticos se disuelven el mozo del supermercado recibe un título universitario los peces oleosos escupen sus oleosas presas el sol se esconde tras una máscara nacemos así para esto para estas guerras cuidadosamente insensatas para contemplar las ventanas rotas de la fábrica de la vaciedad para los bares donde la gente ya no se habla para las peleas a puñetazos que acaban en tiroteos y cuchilladas nacidos para esto para hospitales tan caros que resulta más barato morirse para abogados que cobran tanto que resulta más barato declararse culpable para un país donde las cárceles están llenas y los manicomios cerrados para un lugar donde las masas elevan a los imbéciles a la categoría de héroes y millonarios nacidos para esto andando y viviendo en esto muriendo por esto enmudecidos por esto castrados corrompidos desheredados por esto engañados por esto utilizados por esto meados por esto enloquecidos y enfermados por esto convertidos en violentos en inhumanos por esto el corazón se ennegrece los dedos apuntan al cuello al arma al cuchillo a la bomba los dedos imploran a un dios que no contesta los dedos apuntan a la botella a la pastilla al polvo nacemos a esta lastimosa devastación nacemos bajo un gobierno que lleva endeudado 60 años y que pronto ni siquiera podrá pagar el interés de esa deuda y los bancos arderán el dinero no servirá para nada se producirán asesinatos por la calle, a la vista de todos, que quedarán impunes habrá armas y revueltas por todas partes la tierra no servirá para nada disminuirá la producción de alimentos el control del poder nuclear estará en muchas manos las explosiones sacudirán sin cesar la Tierra hombres robot afectados por las radiaciones se cazarán unos a otros los ricos y los elegidos lo observarán todo desde plataformas espaciales el Infierno de Dante parecerá un juego de niños comparado con esto no se verá el sol y siempre será de noche los árboles se morirán desaparecerá la vegetación hombres afectados por las radiaciones devorarán la carne de otros hombres afectados por las radiaciones el mar estará contaminado los lagos y ríos se volatilizarán la lluvia será el nuevo oro un viento oscuro esparcirá el hedor de los cuerpos putrefactos de hombres y animales nuevas y espantosas enfermedades asediarán a los últimos y escasos supervivientes y las plataformas espaciales desaparecerán por consunción por el agotamiento de las provisiones por efecto de la decadencia general y entonces reinará el silencio más hermoso que se haya oído nunca con el sol todavía oculto a la espera del siguiente capítulo.
Carmen Yáñez – El hambre Migraciones, 2017 Leído por Luigi Maria Corsanico
Arvo Pärt – Tabula Rasa Adele Anthony (violin) Gil Shaham (violin) Erik Risberg (prepared piano) Gothenburg Symphony Orchestra, Neeme Järvi
Carmen Yáñez (Santiago de Chile, 1952). Sufrió cárcel y tortura en Villa Grimaldi, la casa secreta de la policía, durante la dictadura, pasó a la clandestinidad y, bajo protección de la ONU, se exilió en Suecia. Desde 1997 vive en Gijón. Como en el mandato machadiano, Carmen Yáñez ha hecho poesía al andar. Poesía que nace del camino recorrido desde Santiago de Chile (donde nació en 1952, en el seno de una familia trabajadora) hasta la ciudad de Gijón. Un recorrido vital que arranca en 1975 cuando desaparece en manos de la policía política de Pinochet. Vuelta del infierno de Villa Grimaldi (casa secreta de la siniestra DINA), permanece en la clandestinidad hasta que en 1981, vía Argentina y bajo protección de la ONU, toma el sendero del exilio rumbo a Suecia. Carmen Yáñez inicia en Suecia la publicación de su poesía. En 1982 publica el poemario Cantos del camino, y en los años siguientes irán apareciendo poemas suyos en revistas suecas (Signos, Ada, Invandraren) y alemanas (Viento Sur). Publica los trípticos Al aire (1989) y Remanso (1992). Y, desde 1990 y en la distancia, su poesía comienza a publicarse también en Chile, en las revistas Safo y La Garza Morena. Durante su estancia en Suecia participa en la creación de varios talleres literarios. Primero, el taller Lofche (1986-88). Después, Transpoetas y Madrigal, a los que sigue aún vinculada. Más que nostalgia, es la palpable presencia de una geografia nueva la que marca su poesía de estos años. La luz y su ausencia. Los inviernos blancos y los inviernos verdes. El frío y el recuerdo del calor. Sureña en el Norte, Carmen Yáñez encuentra en la lengua que se trajo de Chile su último refugio. En 1997 se traslada a España y fija su residencia en Asturias, en lo que ella misma define como una búsqueda de las raíces.
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El hambre
El miedo de la boca. El piojo que se prende al pelaje del acecho ese lamento sostenido de la pobreza, la frecuencia de la herida que el desdén no ve. Y nada, nada, ese fallo injurioso es el origen y el fin, una circular desesperanza de la tierra infértil donde ninguna semilla explosionó a la luz, la garganta seca del deseo, el naufragio eminente de la pertenencia. El resplandor del aleteo acostumbrado al viento. Maldita la hora álgida de embarcar. Maldita la partida, y el corte mortal de la raíz. Maldito dejar el otoño, el sol insustituible de la madre, porque ha caído la última hoja desde la rama de la desolación. Maldita la hora triste de contemplar con los ojos acuosos esa falda pobre del monte, el conocido lecho donde se entregan confiados los sueños. El hambre, el hambre, ese viaje a las cavernas desconocidas de la tierra.
Carmen Yáñez – La fame Migraciones, 2017 / Traduzione di L.M.Corsanico Lettura di Luigi Maria Corsanico
Carmen Yáñez, nata nel 1952 a Santiago del Cile, in seno a una famiglia operaia, nel 1975 scompare nelle mani della polizia politica di Pinochet. Incredibilmente scampata all’inferno di Villa Grimaldi (la casa segreta della polizia politica), rimane in clandestinità finché nel 1981, via Argentina e sotto la protezione dell’ONU, si rifugia in esilio in Svezia. In Svezia Carmen Yáñez inizia a pubblicare la sua poesia. Nel 1982 esce la raccolta “Cantos del camino” e, negli anni successivi, le sue poesie appariranno su riviste svedesi (Signor, Ada, Invandraren) e tedesche (Viento sur). Pubblica i trittici “Al aire” (1989) e “Remanso” (1992). Durante la sua permanenza in Svezia, partecipa alla creazione di vari laboratori letterari. Dapprima il laboratorio Lofche (1986-88) e in seguito “Transpoetas” e “Madrigal”, ai quali è tuttora legata. Dal 1990 la sua poesia comincia a essere pubblicata anche in Cile. Nel 1997 si trasferisce in Spagna, insieme a suo marito lo scrittore Luis Sepúlveda, e stabilisce la sua residenza nelle Asturie, in quella che lei stessa definisce una ricerca delle proprie radici.
La fame
La paura della bocca. Il pidocchio che si attacca alla pelosa imboscata quel lamento assiduo della povertà, la continua ferita che il disprezzo non vede. E niente, niente, quel verdetto ingiurioso è il principio e la fine, un ciclo disperato della terra sterile dove nessun seme esplose alla luce, la gola assetata del desiderio, il naufragio eminente dell’identità. Il bagliore dell’aleggiare abituato al vento. Maledetta la gelida ora dell’imbarco. Maledetta la partenza, e la recisione mortale della radice. Maledetto congedo dall’autunno, il sole insostituibile della madre, perché è caduta l’ultima foglia dal ramo della desolazione. Maldetta l’ora triste contemplando con occhi lacrimanti le povere pendici montane, il familiare giaciglio dove si abbandonano fiduciosi i sogni. La fame, la fame, quel viaggio negli antri sconosciuti della terra.